viernes, 19 de abril de 2013

Capitulo 11 – Primera despedida.


 
Ya casi podíamos ver los pequeños muros del aquel de pueblo, unos muros de madera, más que muros parecían una serie de palos colocados en orden y con una ligera inclinación. La verdad, no creo que ese muro resistiera mucho, por lo menos a un ejército de hombres, como mucho resistiría una embestida de una manada de sawicki (si, esos animales parecidos a los cerdos pero con unos colmillos grandes).
Sin duda alguna, parecía ser un pueblo tranquilo, sin problemas, sin necesidad de crear grandes muros para rechazar alguna fuerza enemiga,… a no ser que la fuerza enemiga ya estuviera dentro. Pero creo que a nosotros en ese momento no nos interesaba, además ¿Quién era para nosotros la fuerza enemiga? ¿A quienes deberíamos evitar? Realmente conocíamos poco acerca de la guerra que, obviamente, se estaría desatando.
Ni sabíamos que pasaba detrás del horizonte, y la verdad, no nos interesaba. Ahora no.
El cansancio nos impedía entablar una conversación unos con otros, creo que en lo único que nos concentrábamos era en que el pueblo estaba cada vez más cerca.
Hasta que llego el momento en el que no podíamos estar más cerca, porque ya estábamos allí.
A decir verdad, habríamos dicho que era un pueblo que estaba abandonado, no habíamos visto ningún humo de algún fuego salir de ninguna de las casas, como tampoco se escuchaba ruido o alboroto dentro del pueblo. Hubiéramos pensado que estaba deshabitado si no llegar a ser por un hombre que entro en el pueblo con un carro. Transportaba algún tipo de cajón de madera bastante grande. Solo pudimos intercambiar unos “Buenos días” pero ni a esas el hombre respondió.
Entramos en el pueblo, buscamos con la mirada una posada, o taberna, o algún lugar en el que nos pudieran ofrecer un poco de agua, pero no encontramos nada.
Solo casas, casas de granjeros. O al menos en mi pueblo las casas de los granjeros tenían esa forma.
Buscamos por varias calles del pueblo, para poder hablar con alguien, pero no encontramos a nadie.
Ya casi cuando habíamos perdido la esperanza de que en aquel pueblo habitasen personas, cuando vimos un gran edificio, este no era una casa, o taberna, o almacén. Parecía más bien un Templo. O al menos eso decía Eresh. A mí solo me parecía un edificio grande que también estaría vacio.
Nos acercamos a él, y la verdad, no parecía estar vacio, en el interior resonaba la voz de un hombre. Justo antes de entrar, la puerta se abrió, y salió un hombre, no muy mayor, quizás tendría unos diez años más que nosotros.
Eresh se acerco a preguntarle al hombre.
- Hola buen señor, ¿Podría decirnos por qué esta el pueblo tan deshabitado?
El señor levanto la cabeza de una manera muy nerviosa para mirarnos, no creo que se hubiera dado cuenta de que estábamos allí.
- Buenas días tenga también usted, aunque algunos de los que están ahí dentro han tenido días mejores, créame – Contesto el hombre, de una manera bastante nerviosa - ¿Cómo no lo saben? Por lo que parece no sois de por aquí,…
Parecía que aquel hombre no tenía disposición a contestar, puesto que volvió a fijar su mirada al suelo e hizo el intento de intentar salir rápidamente de allí, parecía que huía de algo.
 - ¿Podemos saber al menos cual es su nombre señor? – Pregunto Lavfy.
- Oh si, por supuesto, cuando queráis, vivo a un par de millas dirección oeste del pueblo.
Y sin decir una sola palabra más el hombre se fue, rápidamente, con la mirada al suelo, y como había dicho, se fue dirección oeste.
- Que señor mas raro la verdad – Comenzó a decir Irayde – Podríamos entrar para ver qué ha pasado, o de que estaba huyendo este hombre.
- Si entremos – No quería entrar para saber que pasaba, solo quería un poco de agua, y tenía la esperanza de que allí habría un poco.
Abrimos la gran puerta pesada, entraron primero Lavfy e Irayde, y a continuación Eresh, y por ultimo yo.
Dentro había un pequeño grupo de personas, quizás unas treinta, más o menos, y delante un hombre hablando, la verdad es que no escuche que es lo que decía ni me puse a prestarle atención.
Solo me fije en lo que había detrás de él. Varias cajas de madera de arce o pino, con unas decoraciones bastante bonitas.
Eso no era una simple reunión, era un entierro.

 

Esperamos hasta que terminase lo que estaban celebrando, o llorando. No tardaron mucho en acercarse a nosotros algunas personas del pueblo a saber quien éramos y que hacíamos allí.
- Hemos venido de viaje, - comencé a contarles -  venimos de tierras lejanas, buscamos otra forma de vida.
Parecía que esa escusa a la gente le parecía correcta, pues no buscaban ademan de indagar si metíamos o no.
Ya solo quedaban un par de personas, que por su formar de expresarse y su pose, parecían que eran personas importantes dentro del pueblo. Tardaron en venir a hablarnos, pero al final, cuando ya solo quedábamos nosotros, ellos vinieron a interrogarnos.
- Buenos días señores, ¿qué se les ha perdido por mi pueblo? – Su tono era bastante autoritario, había tres hombres, pero de los tres solo hablo uno de ellos, el que entendimos que era el alcalde del pueblo, así que por ahora lo llamaremos alcalde.
- Vinimos al pueblo buscando algo de beber y poder llevarnos a la boca – contesto Eresh – solo estamos de paso.
Eso no era mentira, pero ellos nos miraron como si que lo fuera.
- Os ofreceremos un vaso de la mejor rika y un plato de comida, y si vienen cansados, hasta una cama.
-Muchas gracias señor - volvió a contestar Eresh, parecía una conversación entre él y el alcalde – perdone la pregunta, pero, ¿Qué ha pasado aquí? He visto al menos tres ataúdes y esto solo puede pasar a causa de un accidente.
- Se acerca a la verdad señor, la causa de la muerte de estas personas no ha sido por algo natural, pero también he de decirle que no fue un accidente. Los accidentes no se pueden remediar, pero esto si se pudo remediar.
- Sentimos mucho la pérdida de estas personas para ustedes.
- Nosotros también, algunas de ellas llevaban poco tiempo por aquí y eran jóvenes, y ellos no han tenido la culpa de sus muertes, pero no es momento ni lugar para hablar de ello – Tono parecía como enfadado.
- Lo siento mucho señor – Eresh hizo el gesto de agachar la cabeza.
-Vallamos a mi casa, allí les ofreceré un buen vaso de rika, y me contaran la verdad, ¿Qué tipo de viajeros viajan sin equipaje? ¿Y por que viajan con esa ropa tan sucia? – El hombre no tenía pinta de ser nada tonto – Aquí en el pueblo somos gentes humildes, pueden contar con nosotros.
No le dio tiempo a Eresh a responder nada mas, el alcalde se despidió de los dos hombres que estaban con él y nos dijo que le siguiéramos hasta su casa, que no estaba lejos de allí como nos hizo saber mientras se colocaba por delante de nosotros, al lado de Lavfy con la que empezó a hablar.



Era verdad, no tardamos mucho en llegar a su casa. El día estaba casi a punto de terminar, lo que a la luz solar se refiere, quedaría como mucho unas tres horas de luz, las cuales son las mejores del día, puesto que ni hace calor en los tiempos de verano, ni frio en los tiempos de invierno. Recordaba esos ratos que pasaba sentado en una silla, en la parte de detrás de mi casa, esperando al que el sol se pusiera, contemplando cómo los últimos pájaros buscaban un refugio donde pasar la noche, y como los murciélagos salían en busca de alimento. Curiosos estos animales nocturnos, son realmente temidos por su forma extraña, parecidos a una rata con alas, pero que en realidad son animales muy fieles a ellos mismos. Crean grandes familias que se protegen unos a otros sin importar que les pueda pasar. También así son algunos humanos,… digo son, por que yo no solía ser así. La “Familia”… que recuerdo más raro,… y más desagradable para mí.
Entramos en la casa del Alcalde, y donde también estaba allí su familia, sentada en la mesa del salón principal, estaban su mujer y sus dos hijos, dos chicos de trece y ocho años.
Nos invito a sentarnos y mando rápidamente a su señora que nos trajera algo para beber y los chicos se fueron, supongo que a sus habitaciones. Lavfy, Irayde, Eresh y el Alcalde hablaban, no sé de que, puesto que desconecte mi mente para observar todo lo que había alrededor de aquel salón.
El salón no era muy grande, pero no era agobiante, era muy acogedor. Había una pequeña chimenea haciendo paralelo con la mesa donde estábamos sentados y enfrente de la chimenea dos sillones colocados en ángulo curvado, mirando hacia la chimenea. En las paredes había varias estanterías de libros, una gran cantidad de libros, eran libros gruesos, casi todos de ellos con la portada de cuero y con letras grabadas con fuego encima del cuero.
Me fije poco a poco en cada uno de los libros, y la verdad, no había visto nunca una cantidad de libros igual a aquella, al menos reunidos todos en la misma sala.
No alcance a ver que ponía en ellos, además me haría falta más de tres días para poder mirar uno a uno de que trataban, y también, en que lengua estaban escritos.
Algunos de ellos podrían tener más de cien años, pero por el estado en el que se conservaban, parecía que tenían menos.
Y justo, sin querer, me fije en un libro, uno de ellos, colocado en una estantería que estaba justo a la derecha de la chimenea, no llegue a ver que ponía, pero había un símbolo raro, y no recordaba donde había visto ese símbolo, pero sin duda alguna lo había visto antes.
Pero antes de poder estar un rato mas observandolo, llego la señora del alcalde y trajo las bebidas, y por desgracia, se sentó en la línea de visión entre el libro y yo.
 - Bueno, y,… ¿Cómo os habéis escapado del centro de prisioneros? – Para ser las primeras palabras de la señora, habían sido unas palabras un poco directas - ¿Cómo? ¿No se lo has preguntado cariño? – El alcalde le miro con una mirada muy directa y clavando los ojos en ella – sabemos de donde venís, y no nos importa, aquí sois bienvenidos tranquilos, mi marido os trajo para ver si sois gente de fiar, yo siempre le digo que todos los que se escapan de allí y llegan al pueblo, suelen ser de fiar, pero,… .
Nos quedamos con una cara de asombro increíble. No sabíamos que decir.
- Pues si chicos, - comenzó a decir el alcalde, interrumpiendo lo que estaba diciendo su mujer – sé de donde venís, y como dice mi mujer no me importa que seáis de allí, se con certeza que la gente que acaba allí no es por crímenes, o soldados de guerra cautivos, sois gente de pueblo. Pero sin embargo me gustaría conoceros un poco, saber, al menos, que pensáis hacer ahora.
No sabíamos que íbamos a hacer, le contamos la verdad, estuvimos hablando y contándole lo que nos había pasado hasta ese momento. No paramos de hablar hasta que la luz del sol desapareció por completo.
El alcalde también nos explico el por qué del entierro, que les había pasado para tener que enterrar a tres personas el mismo día.
<< De las tres personas que hoy enterramos, dos habían escapado de aquel centro. Somos muy hospitalarios, así que habíamos dejado que se quedaran aquí, he hicieran de nuevo una vida. Les acogimos en mi casa como a nuestros propios hijos, no tendrían más que cuatro o cinco años más que vosotros. Trabajaron en el pueblo, labrando el campo en las granjas del sur, y la verdad es que durante un tiempo pudieron hacer una vida nueva, y vivir tranquilamente. Pero al poco tiempo de estar aquí, decidieron irse con Itakar, un granjero que no vive en este mundo, quizás su cuerpo si, pero su mente partió hace años, desde que murió su mujer no volvió  ser el mismo. Estuvieron en la granja de Itakar varios meses, y llenaron sus cabezas de ideas raras, y empezaron a volverser un poco locos, como él. Solían venir por el pueblo a comprar o intercambiar cosas, normalmente de alimento. Pero un día llegaron dos guardas del centro de prisioneros, buscándoles, y a pesar de haberse ido con Itakar, les dijimos que se habían ido, que ya no vivían por aquí, pero ellos no nos creyeron, y se quedaron aquí varias semanas, haciendo el caos en el pueblo. Hasta que un día, como otro, vinieron desde la granja al pueblo para hacer negociosos con objetos, y les descubrieron que estaban aquí.>>
La voz del Alcalde dejo de ser autoritaria, para pasar a una voz melancólica, una voz con miedo.
-El resto de la historia ya la conocéis, como venganza por haberles mentido mataron también a una chica del pueblo que intento defenderles. Chicos  - siguió diciendo el alcalde – lo siento mucho, pero he de pediros que os valláis, podéis pasar aquí la noche, pero mañana tendréis que partir. No queremos más perdidas en el pueblo, tenéis que entenderlo, aquí para nosotros sois una amenaza.
Hubo un gran momento de silencio, o quizás no fuese tan grande, pero el tiempo iba realmente lento. “De rechazo en rechazo” fue lo que pensé.
El Alcalde tenía razón, éramos una amenaza indirecta. No quería que sufrieran por nuestra culpa, la verdad es que el Alcalde fue muy generoso con nosotros, con simplemente diciéndonos la verdad.
No sé que estarían pensando Eresh o Lavfy, o Irayde,… pero yo lo tenía bastante claro:
- Creo que lo mejor será que nos vallamos – comencé a decir – y lo mejor será que salgamos cuanto antes mejor, si es verdad lo que decís, y así lo creo, deberían de estar detrás de nuestro rastro, y deberían estar bastante cerca, y no queremos poner en peligro a tu pueblo, ni a tu familia. Partiremos ahora mismo.
- Si – Comenzó Eresh a decir – Saldremos ahora, así les sacaremos ventaja, iremos hacia el norte, allí tengo familia, o al menos eso espero.
- Gracias por ser tan comprensivos – Dijo el Alcalde – Cariño, prepárales algo que se puedan llevar.
La Señora se levanto, y se fue hacia la cocina a preparar algo de comida para el viaje.
Comenzamos a despedirnos del Alcalde, primero las chicas, luego Eresh y por ultimo yo. No podía quitarle ojo a aquel libro, pero ya no lo volvería a ver.
La Señora nos entrego el paquete que preparo, y nos dijo unas palabras de despedida y nos deseo un buen viaje.
Cuando salimos de la casa la noche ya le había ganado la batalla al día. Las estrellas brillaban junto a la luna, que por suerte, nos iba a indicar el camino con su luz.
Comenzamos a salir del pueblo, como Eresh había dicho hacia el norte. Llegamos a la puerta norte, cuando de repente, y no sé por qué, decidí no ir al norte.
- Eresh – Le dije mientras me pare mirando al oeste – Yo iré en esta dirección, quiero saber más de aquel hombre tan raro, no sé por qué me come la curiosidad.
- Pero Rothen, nos pueden coger – respondió Eresh – si el Alcalde tiene razón, no estarán muy lejos de nosotros, quizás a un día de distancia, sin contar que ellos no irán caminando.
- Lo sé, lo sé, créeme que lo sé, pero quiero ir, tu le has dicho al Alcalde que iríamos al norte, lo suyo seria cambiar de dirección.
- Lo siento Rothen, no estoy de acuerdo contigo – el tono de voz de Eresh cambio, ahora se le notaba la tristeza en la voz – Yo iré al norte, quiero saber que ha pasado con mi familia,…
Durante un rato hubo silencio, creo que Eresh esperaba que yo hubiera cambiado de opinión, pero no, quería ir al oeste, y poder ir un día al pueblo a mirar aquel libro.
- Ve al norte Eresh, yo me voy al oeste, ve a ver a tu familia, llévate a Irayde y Lavfy, yo iré al oeste,… pero espero volver a verte.
- Iremos al norte – comenzó a decir Irayde – pero volveremos, como Eresh a dicho no sabemos qué ha pasado allí, si su familia está o no aun allí. Nos iremos un tiempo fuera, pero volveremos, no  tenemos pensado estar tan cerca de la frontera del reino.
- Y yo os esperare – Termine con esto la conversación.
Nos despedimos unos de otros, pero no ese tipo de despedida la cual no tienes esperanza de  volver a ver a la otra persona con vida, si no un “Hasta luego”. Y eso era lo que queríamos que fuese, un hasta pronto.
Abrace a cada uno de ellos, por culpa de Lavfy que empezó a darme un abrazo de despedida.
No soy de largas despedidas, así  que me despedí y cogí camino al oeste, mientras ellos se quedaban allí, mirando cómo me iba sin más, daba la sensación  de que no nos volveríamos a ver, pero no quería pensar de esa manera, no era algo positivo.
Durante el camino me entretuve mirando las estrellas, ¿no creéis que sean hermosas? Son sublimes. Sabía que existían las constelaciones de estrellas, pero no conocía ni sus nombres ni el uso que tenían, pero sabía que tenían uno propio.
Gracias a la luna no me perdí, podía ver perfectamente el camino, y ver a lo lejos que había. Podía ver unas pequeñas montañas a lo lejos, más que montañas parecían montes, no sabría deciros ahora que era, pero viendo la silueta, su forma era redondeada y subían y bajaban como,… bueno dejémoslo que subían y bajaban.
Allí a lo lejos llegue a ver una pequeña casa, no me di cuenta, pero habían pasado quizás una o dos horas desde que comencé a caminar, el tiempo que solía pasar mirando el cielo se me pasaba realmente rápido.
Cuando aún estaba a media milla de la casa, pude ver cómo salía humo de la chimenea, y como había luz dentro de la casa. Era un luz que casi tenía que hacer el esfuerzo para poder  brillar,… yo diría que era la propia luz del fuego de la chimenea.
Me acerque hasta la puerta, y por un momento me lo pensé,… si llamar o no,… no sabía con certeza si era la casa del hombre que había visto en la puerta del Templo,… no sabía quién (o que) iba a salir de allí, y lo peor, como me trataría, si sería un enemigo o un amigo para él.
Sin pensarlo dos veces, bueno en realidad lo pensé unas quince, llame, dando varios golpes a la puerta.
Durante un rato pensé que nadie me iba a abrir hasta que oí un ruido en el interior de la casa, y aquel hombre abrió la puerta,… si, era el mismo hombre que había visto antes.
 - Hola, Me llamo Rothen ¿Te acuerdas de mí? – tenía cara de sueño, creo lo acaba de despertar.
 - Como no me iba a acordar, pasa pasa, como en tu casa, ¿Dónde están tus amigos? Oh que descortés que soy, me llamo Itakar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 10 de abril de 2012

Capitulo Diez - Las Montañas


Empecé a despertar poco a poco, oía voces de fondo, voces de eco, pero no tenia aun las fuerzas necesarias como para incorporarme, o simplemente abrir los parpados. En ese instante no sería capaz de deciros en el lugar que me hallaba exactamente, pero por el suelo rocoso, la poca luz que podía pasar a través de mis ojos cerrados y la brisa inexistente en el aire, podría deciros que estaba dentro de una cueva, posiblemente cerca de las montañas.
Las voces que oía de fondo eran difícil de entender, aunque realmente no estaba muy atento a que decían, ya tenía demasiado dolor tanto en el cuerpo como en la cabeza como para saber que decían.
Intente dejar mi mente y mi cuerpo en un estado de relajación, para poder de alguna forma reincorporarme y ver el lugar donde me hallaba.
Mientras intentaba incorporarme, vi, con gran dificultad, que era cierto donde yo suponía que estaba, en una cueva, y a la entrada, por donde varios rayos de luz entraban y me hacían daño en los ojos, vi como estaban sentados Eresh,  Irayde y Lavfy.
Obviamente estaba intrigado por saber cómo había llegado hasta allí, y que había pasado con mi herida, que un sentía dolor en ella, aunque no sangraba. Levante ligeramente mi camiseta para poder ver como estaba, pero no me relajo mucho, porque no pude ver nada entre tanta sangre seca y en mal estado. Debía de lavarla rápidamente.
No había mejor forma de saber cómo había llegado hasta allí, asi que la mejor forma era que ellos me contaran que hacías allí.
 -Rothen, ¿Te encuentras mejor? – Dijo Eresh, levantado un poco la cabeza, era el único que estaba en posición de verme sin tener que moverse.
 -¿Cómo crees que va a estar bien? – Irayde tenía razón, no estaba bien, sobre todo después de una caída como la que había tenido, en un principio todos pensaron que la caída fue provocada por el dolor, o deshidratación, pero más adelante descubrimos la realidad de esa caída, pero ahora no es el momento de hablar de ello.
 -¿Como esta tu herida? Lavfy te curo, - Comento Eresh
 -Bueno, creo que esta mejor, - comencé a contarles mientras caminaba hacia el lado de Eresh-
Pero creo que debería ir a limpiarla, por si acaso.
 - Como quieras, el rio esta aquí al lado, vamos. – Dijo eres mientras se levantaba.
Todos se levantaron y fuimos dirección al rio, vi como Lavfy sacaba de su saco un trozo de tela y jabón, que me dio poco después para poder limpiar mi herida. Mientras nos dirigíais al rio, que no estaba muy lejos de la cueva, me di cuenta que tanto Lavfy, como Eresh habían lavado sus ropas, Irayde, en cambio no, aun no tenía sangre que le cubría gran parte de la camiseta, cuando fui a  preguntar cómo estaba justo llegamos al rio.
Me agache junto a la orilla y frote el jabón con el trozo de tela, y levantando mí camiseta frote con demasiada fuerza mi herida, que volvió a sangrar, pero no de manera tan exagerada como la última vez.
El escozor y el dolor no eran tantos como la alegría que me entro al ver que la herida sanaba rápidamente, ya no era tan contundente como cuando la vi por última vez.
Después limpie el jabón, y la tela, le di el jabón a Lavfy y me guarde la tela para mi, poniéndola contra la herida para que dejara de sangrar.
Nos sentamos todos, junto a aquel rio, contemplando como el curso del rio avanzaba. Hasta ahora, no me había dando cuenta de aquel raro silencio, y vi como Irayde lo contemplaba, como veía el silencio de la naturaleza. Le follaje de las hojas rozas unas con otras, el cantar de varios pájaros y la tranquilidad del agua del rio correr empujado con una fuerza invisible.
Allí sentados,  empezamos a relajarnos y nos tumbamos a descansar.
Le pregunte a Irayde como habíamos llegado hasta allí, y me conto de forma resumida y corta como me habían llevado y como habían encontrado la cueva, pero años después de eso, Irayde me conto más detalladamente como ocurrió.

“Por fin – Pensó Irayde – Por fin vuelvo a ser libre, pero – Tocándose el costado, donde anteriormente durante su caída del carro, y con des fortuna cayó sobre una roca un poco puntiaguda, clavándosela en la zona del costado – Sera mejor que no diga nada, ya dejo de sangrar hace tiempo, no quiero preocuparles, es cosa mía”
 - Lavfy, Irayde, deberíamos irnos, subamos un poco más arriba, tengo entendido que allí arriba está repleto de cuevas.
 - Bueno,…- dijo Irayde levantándose poco a poco con cuidado – pero tienes que llevar a Rothen, ¿podrás?
 - Si, mayores tonterías hemos hecho los dos antes.
Ahora, me arrepiento, no sabéis como, de haberme desmayado, pues, como me conto Eresh, después de haber hecho el comentario, Irayde puso tal cara de repugnancia y de mal pensada, que Eresh aun sigue contándome lo mucho que se rio en aquel día.
 “Irayde es una mal pensada” Solíamos decir Eresh y yo.
Eres se levanto, y pidió a ayuda a Lavfy y a Irayde para poder subir mi cuerpo a su espalda. Tras varios intentos desafortunados, lo consiguieron, y los tres caminaron juntos rio arriba (con la orilla a la izquierda.)
Junto a la orilla del rio había un sendero antiguamente usado para el transporte de mercancías a través de las montañas.
Eso a un lado del rio, al otro lado una inmensa masa de bosque en el que no se podía ver nada en absoluto.
Durante gran parte del camino, Eresh estuvo hablando intensamente con Lavfy. Según me conto Irayde ella iba detrás, viendo como discutían, pero no se oía muy bien cuál era el tema de la discusión. Tiempo después pregunte varias veces a Eresh sobre el tema del cual estaban discutiendo, para así, poder explicaros de que hablaban, pero él nunca me conto nada, siempre que sacaba el tema, el rehuía para no hablar sobre ello.
Hasta que al final llegaron a una pequeña cascada, la cual era imposible de superar o escalarla, así que tuvieron que dar varios rodeos para poder llegar arriba y seguir el camino.
Bajaron unos treinta pasos por el camino que habían seguido, para poder cruzar el rio por una zona que parecía menos profunda.
Una vez que habían cruzado el rio, se dieron cuenta que ya había anochecido y que no se habían dado cuenta que la noche se les había caído encima. Por culpa de la maleza del bosque, que no dejaba entrar demasiada luz.
El día había sido muy largo, quizás demasiado largo, era hora de descansar.
Vieron una pequeña cueva bastante bien escondida como para poder pasar allí la noche y poder descansar y dormir, por fin, en libertad.
En seguida, tanto Lavfy como Irayde se quedaron dormidas, Eresh, en cambio se quedo vigilando gran parte de la noche.
El me cuenta que esa noche yo me desperté varias veces, que incluso mantuve una conversación con él, pero sinceramente, no me acuerdo.
Esto fue todo lo que Irayde me quiso contar, nada más, aunque sabía que algo mas tendría que haber.”

Poco después de haber bajado al rio, y volver a la cueva, estábamos preparados para salir otra vez de viaje, la verdad es que no sabíamos a donde podríamos ir, aunque en ese momento nuestro objetivo era cruzar las montañas y llegar a los reinos del este, donde posiblemente encontraríamos refugio en algún pueblo humilde, si es que aun quedaba alguno.
Atravesar las montañas no era tarea fácil, sobre todo, si queríamos hacerlo rápidamente y intentando correr el menor riesgo posible.
El camino que habíamos decidido coger días atrás era el que los mercaderes usaban siglos atrás, obviamente desde que vieron que era más rápido y más económico realizar el transporte vía marítima, dejaron de usar esa ruta.
Pero aun así se seguía usando, varios viajeros de clases más bajas que no podían costarse el viaje en barco o que simplemente no les gustaba viajar en barco.
Otro de nuestro objetivos una vez cruzadas las montañas era buscar ropas, e intentar no parecer que éramos de los reinos de oeste, el conflicto que siempre hubo entre los dos reinos, y el odio que se tenían el uno al otro, siglos atrás, podía causarnos problemas.
Pero no era el momento de pensar en el mañana, si no seguir con vida hoy.
Recogimos todos nuestros objetos, que no era muchos, varias mantas, sacos, y varias ropas.
Salimos a la luz del alba, intentaríamos llegar en cuatro días como mucho. Sabíamos que una vez adentrados en la montaña, el agua y la comida seria escasa, así que intentaríamos cruzar a la mayor prisa las montañas.
El día amaneció con lluvia, una lluvia muy intensa típica de la zona. Pero no podíamos seguir allí más tiempo, así que salimos. Buscamos varias horas en la ruta de los mercaderes, pero la encontramos fácilmente a pesar del tiempo que paso.
Una vez en la ruta toda fue caminar, caminar y no parar. Solo parábamos cada seis o siete horas para descansar otra hora y continuábamos.
Caminamos así durante casi dos días, hasta que llegar el tercero decidimos descansar en una cueva que encontramos por el camino.
A pesar de la lluvia, el hambre y el cansancio, no habíamos decaído del todo, aun había algo dentro de nosotros que nos impulsaba a seguir.
Aquella noche, bajo la intensa lluvia que no ceso durante los tres días, Eresh monto la primera guardia, y yo la segunda. La verdad que no habría hecho falta hacer guardia, pero por seguridad decidimos hacerla.
El siguiente día amaneció hermoso, la luz del sol golpeaba contra la montaña, traspasando las nubes que se ponían a su paso, dejando un todo de luz anaranjado, y un calor que poco a poco nos fue secando nuestras ropas.
Una vez todos despiertos seguimos con el viaje, ya si a la luz del sol del medio día.
El camino era casi todo bajada, aunque aun veíamos delante de nosotros otra montaña, y nuestra pregunta era, que una vez atravesada esa montaña que veríamos, ¿otra montaña?
Terminamos de bajar la montaña, cuando empezamos a subir la siguiente, cuando anocheció, y una niebla intensa se adentro esa noche como si nos abrazara.
El camino no tenia perdida, puesto que ya estaba bien preparado para que en casi de niebla pudiéramos seguirlo, sin ningún problema.
Antiguamente colocaban a cada lado del camino, pequeños grupos de piedras, cada ciertos metros, para que pudieran así seguir el camino.
Tuvimos que bajar la intensidad a la hora de caminar, pero no nos perdimos.
Ya una vez, llegado arriba de la montaña, el paisaje era impresionante, el sol ya salía y empujaba a la noche para que se fuera, y un manto de nubes cubría todo como si las montañas aun seguirán durmiendo. No pudimos no pararnos a ver aquello, era increíble.
Comenzamos a bajar, cuando por fin vimos una salida a aquellas montañas, el paisaje solo era una llanura, pero que significaba que ya habíamos llegado. Ya nos quedaba menos para poder salir de allí. Desde allí arriba pudimos ver un pequeño pueblo, pero lo suficientemente grande como para poder encontrar algo de comida y agua.
Situamos a aquel pueblo como nuestro próximo objetivo.
Y sin más pensarlo, bajamos, lo más rápido que nuestras fuerzas nos dejaban ir, y dirigirnos a aquel pueblo en busca de algo, algo que no  sabíamos que era, aun.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Capitulo nueve - ¿que me ha pasado?


Eresh seguía dormido junto a su placida e incómoda cama, realmente tenía unas ganas enormes de despertarlo, porque en ocasiones anteriores era el que me solía despertar, y no de una manera muy serena.
Pero antes de que pudiera hacer nada, el solo abrió los ojos y empezó a incorporarse poco a poco, haciendo gestos de dolor tocándose al mismo tiempo la zona baja de la espalda.
 -¿Cómo te encuentras Eresh? – pregunte haciendo referencia a su dolor lumbar.
Siguió incorporándose, a la vez que respondía a mi pregunta.
 -Dormir aquí no ayuda mucho que digamos, pero bueno, si todo sale bien, hoy será la última noche que durmamos aquí.
Eresh retiro la manta y termino de incorporarse.
 -Salga bien, o salga mal – Continúe diciendo – Creo que hoy será nuestra última noche en esta habitación.
No solíamos hablar de este tema, pero aun menos delante de las chicas, aun así él y yo sabíamos de sobra que si nos salía mal, posiblemente, nos matarían, o en el mejor caso, vendidos como esclavos.
Pero no era momento de pensar en lo negativo, teníamos un gran día por delante, y muchas cosas en las que pensar.
Cogimos todas nuestras cosas, metimos en los sacos todo lo que pensábamos que nos seria de utilidad una vez fuera de allí, no queríamos tener una mala experiencia una vez fuéramos libres.
Tanto pensar en libertad, me empezaron a recorrer dudas por mi cuerpo, que haríamos, a donde iríamos, donde estábamos,…
Pero como ya os dije, no era hora de pensar en eso, así que despejando mi mente de esos pensamientos, me levante de la cama, recogí mi saco, y salimos por la puerta.
Primero salió Eresh, luego yo, al salir eche una mirada atrás, aunque no había muy buenos ratos en mis recuerdos de ese lugar, los pocos que había eran de los mejores.
No sabía por qué ahora me estaba recorriendo por el cuerpo una extraña sensación de cómo si fuera a echar todo esto de menos, porque la verdad, no seria así.
 -Rothen, lento rezagado  - Susurro Eresh – Si quieres quedarte, quédate, pero yo tengo prisa.
Hice una mueca de sonrisa y dejando a atrás la habitación, seguí a Eresh rumbo al cuarto de baño de las niñas.
Esta vez no íbamos a entrar allí para lavarnos, si no porque allí era donde habíamos quedado con Lavfy y con Irayde para irnos todos juntos al patio, donde nos recogerían para irnos a las minas.
Llegamos a la entrada del baño, donde como siempre nos pasaba, teníamos que ir entrando esquivando todo tipo de “cosas” que habían en el suelo.
 -Llegáis un poco tarde – comento Lavfy – pero bueno démonos prisa, no tenemos tiempo que perder.
Salimos por la escalera que estaba en frente del cuarto de baño, bajamos todos los escalones en silencio, y en silencio, llegamos hasta patio, donde efectivamente, ya nos estaban esperando para irnos.
Los cuatro íbamos con la cabeza agachada intentando pasar desapercibidos lo máximo posible.
El guarda que dirigía el carro, nos amarro las manos y los pies con cadenas, y nos montamos en el carro.
El hombre subió al carro he hizo un gesto para los animales echaran a andar.
Salimos del recinto, y a partir de ese momento, todo iba a comenzar.
Para comenzar, la primera tarea correspondía a Irayde, nos conto que de pequeña, su padre era herrero, le enseño como se podían abrir los candados o como doblar los grietes de las cadenas con un simple palo de madera.
Todos nos quedamos mirando como Irayde sacaba de su bolsa un trozo de alambre pequeño y delgado, y como empezó a doblarlo y a meterlo poco a poco por la ranura del candado.
La verdad, y nunca se lo dije, pero no me fiaba mucho de que eso pudiera salir bien, pero en el mismo instante que pensé que no podría salir bien, el alambre se rompió, y obviamente, no salió.
Los tres pusimos caras de horror, menos Irayde, que haciéndonos un gesto para que mantuviéramos el silencio saco poco a poco otra varilla de metal que tenía en la bolsa, esta era un poco más gruesa que la anterior.
Continuo con su ejercicio para poder abrir el candado, y después de varios giros, vueltas, y meter y sacar el palito, consiguió abrir el candado.
Ahora una vez que ella consiguió abrir el suyo, nos conto que los demás eran más fáciles de abrir porque ya sabía como hacerlo.
En poco más de media hora consiguió abrir todos los candados de las manos y otra media hora en abrir todos los candados de los pies.
Teníamos que continuar con el plan, tal y como estaba previsto.
Ahora era la parte más crucial, teníamos que clavarle al guarda una piedra que nosotros mismo habíamos afilado, pero tenía que ser un golpe mortal.
Pero no iba a ser tan fácil, el guarda llevaba una especie de capa que le cubría la zona de la nuca, que era donde pensábamos darle el golpe.
Antes habíamos pensado hacerlo en la cabeza, ya que sabíamos que estaría desprotegida, pero por mi experiencia en la matanza de animales, sabia de sobra que para dar un golpe que fuera mortal en varios minutos, tendríamos que dárselo, o en el cuello, o en la nuca, buscando la columna vertebral.
Saque de la mochila un trozo de tela que había cortado, para usarlo como apoyo para hacer más fuerza al clavar la piedra, colocando la parte afilada por fuera de la tela, y a la vez enrollando la tela en mi mano, por si no salía bien, que la piedra no se escapara o saliera disparada a algún sitio.
Todos me miraban, esperando a que hiciera mi parte del plan, pero por desgracia ni siquiera yo estaba totalmente seguro de que iba salir bien. La verdad es que de todos era el que más negatividad pero insistencia ponía en el plan.
Hice un gesto a Irayde para que justo en el momento en que que yo fuera a clavarle la piedra, ella le apartara la capa de la zona de la nuca.
Me arme de valor y valentía y moví el brazo donde tenía colocada la piedra (el derecho) hacia atrás, esquivando a Eresh que estaba sentado a mi lado, y con todas las fuerzas que pude usar en ese momento, desplace el brazo a la mayor velocidad que pude, y por mi fortuna, acertando justo al lado derecho de la nuca del guarda.
El hombre empezó a retorcerse de dolor, mientas yo aguantaba la piedra en el cuello, y Eresh me ayudaba a intentar meter la piedra mas y mas.
Con Eresh encima mía intentando retener al guarda lo máximo del tiempo posible, hasta que este perdiera sus fuerzas, vi como el guarda movía brutamente el brazo derecho hacia atrás con todas sus fuerzas intentando alcanzarnos a alguno de nosotros, por desgracia acabo alcanzo a Irayde.
El brazo del guarda fue a parar a la cara, y con la misma fuerza fue despedida hacia atrás cayendo fuera del carruaje.
Lavfy salto del carruaje para atender a Irayde.
Eresh se quedo mirando como al caer Lavfy empezó a dar vueltas en el suelo a causa de que la carreta ahora iba a mayor velocidad que antes.
Mientas tanto nosotros dos captábamos como poco a poco el guarda perdía sus fuerzas, por lo que Eresh le soltó un instante para mirar atrás y observar a Irayde y Lavfy, pero parecer ser que al guarda aún le quedaban fuerzas pues saco una daga de su bota y fue a impactar en mi costado, por suerte el impacto no fue profundo, más bien era superficial, por lo que de un grito llame a Eresh para que siguiera ayudándome.
Con la daga colgando en mis ropas, lo saque, y decidí clavársela al guarda cerca de la zona de los riñones, por suerte hacerte, pues el guarda, con un grito de dolor, cayó al suelo, y la carreta se detuvo.
Me abalance sobre el guarda para poder arrebatarle la daga para poder usarla posiblemente en otra ocasión.
Mirando atrás vi como Eresh ya se había ido en busca de Irayde y de Lavfy para saber cómo estarían. Recogí todas nuestras cosas que estaban en la carreta, mas algunas cuantas del guarda y fui a reunirme con ellos.
 - parece que no soy tan estúpido como pensábamos – fue lo primero que se me ocurrió en ese momento.
 - No te creas Rothen, - dijo Lavfy mientas sostenía junto a Eresh a Irayde - ¿Qué te ha pasado en el costado?
 - Parece que el guarda aun tenias fuerzas – señalando a Irayde, continúe diciendo – pero parece que tú has acabo como yo ¿no?, todo cubierto de sangre.
 - No tiene nada roto,  - dijo Eresh justo cuando terminamos de juntarnos todos – todo está en su sitio.
 - Si, eso parece, es mas la cantidad de sangre que la caída en tal – Dijo Irayde con la voz un poco rara, seria por el golpe que se había llevado en la boca.
Repartí el equipo entre todos, a cada uno su mochila, mas algunas cosas que me había quedado yo del guarda.
 - Sera mejor que busquemos el rio, y nos dirijamos a su nacimiento – comento Eresh – así encontraremos las montañas, será mejor que las crucemos cuanto antes, tardaran como mucho medio día en darse cuenta de todo lo que ha pasado.
Sin más dilación, nos dirigimos al norte, en busca del rio, no solo por las montañas, porque las montañas las podíamos ver desde donde estábamos, sino que teníamos que recoger agua, y posiblemente buscar comida cerca de él.
Empezamos a caminar, mientras, por dentro, todos teníamos la misma sensación de alegría y de nerviosismo, porque no sabíamos que nos esperaba ahora.
Esta era la peor parte del plan, no sabía que haríamos, posiblemente iríamos a algún pueblo, o algo, a vivir una vida relaja y tranquila.
Pero por ahora teníamos que centrarnos en lo que estaba pasando en ese instante, debíamos encontrar el rio lo más rápido posible. El tiempo fue pasando rápidamente, y sin darnos apenas cuenta, habían pasado varias horas desde que dejamos atrás el carreta.
Por suerte, el sonido del ruido nos fue acercando poco a poco a él, pero a la misma vez que íbamos avanzando veíamos como una tormenta se acercaba cada vez más a nosotros, así que aumentamos el ritmo de nuestro caminar.
Poco a poco sentía como mas el agudo dolor en el costado, provocado por la daga del guarda, intentaba pensar lo menos posible en el, pero entre en el cansancio y los nervios, no paraba de tocarme en el costado, que aun seguía sangrando.
No quería ver la herida hasta que llegásemos al rio, por no preocupar  a mis amigos, pero sabía que la herida era más profunda de lo que yo me había imaginado en un principio.
Empezamos a meternos entre unos árboles, donde unos pasos más, ya alcanzábamos a ver el rio.
Ahora sí, habíamos escapado definitivamente de aquel campo de esclavos.
Ya casi había anochecido, habíamos estado unas siete horas caminando en busca del rio, y estábamos todos cansado.
Irayde fue la primera en dejar sus cosas junto a un árbol y fue a lavarse la cara y tomar un poco de agua. Todos hicimos lo mismo que ella, dejamos nuestras cosas junto a un árbol y fuimos a tomar un poco de agua, y a lavarnos.
Era cierto, que hacía bastante tiempo que no veíamos agua tan limpia y tan clara, aunque era casi de noche, podías notar y apreciar que esa agua, no era como el agua de los baños.
Me eche un poco de agua en las manos para seguidamente echármela en la cara, subí un poco mi camiseta y empecé a echar agua sobre la herida.
El dolor ya no era tanto como al principio y al parecer dejo de sangrar. Empecé a verter el agua y poco a poco fue desapareciendo la sangre seca que quedaba a los bordes de la herida.
Con la misma camisa empecé a frotar para haber si podía limpiarla mejor, y que no se infectara, pero por desgracia volví a abrir la herida. Volvió a empezar a sangrar, y poco a poco fui mareándome.
Eresh se me quedo mirando la herida, con una cara bastante extraña.
 - eso tiene peor pinta de lo que parecía Rothen – dijo mientas detenía su mirada en la herida - tienes que vendártelo y echarle agua, y descansar un poco.
 - Si, tienes razón será mejor que me eche un poco.
Me levante y me dirigía al árbol donde había dejado las cosas, pero por el camino, sentía como poco a poco perdía fuerzas, no era algo normal, era como si mi vitalidad descendiera rápidamente, hasta que acabe desmallado en el suelo escuchando por detrás a Eresh diciendo mi nombre.

miércoles, 20 de julio de 2011

Capitulo ocho - Sueños y la niña

Sueños y mas sueños, pero ¿Qué significados pueden tener los sueños?
Esa noche no pude dormir bien, no solo por que posiblemente fuera la ultima noche que iba a pasar allí, si no porque no encontraba el significa a mis sueños.
Cada noche, desde que llegue al campo de prisioneros, siempre tenía el mismo sueño, y si no era el mismo, era realmente parecido al anterior, y el anterior más parecido al anterior.
Pero no comprendo que podría significar.
Siempre antes de dormir, pensaba si iba a soñar otra vez lo mismo, pero creo que uno mismo no es capaz de modificar lo que sueña, si fuera así, nadie querría despertarse.
Y justo en ese momento, tumbado en mi cama, me detuve a pensar sobre el sueño, paso a paso, para ver si era capaz de captar algún haz que me hiciera poder saber más, para así, comprender mejor.
Todo comenzaba así.

<<En el escenario del sueño, al principio no había nada, solo unas colinas de fresca hierba verde, donde plácidamente jugaban un par de niños, detrás de aquellas colinas, un pueblo, no sabía cuál era, ya que nunca había salido de mi pueblo. En el sueño podía caminar, pero nadie podía verme, tocarme o escucharme.
Al escuchar los ruidos procedentes de la ciudad, me acercaba a ella, para poder ver que había en ella.
Cruce la colina hasta un punto en el cual podía ver la gente que entraba y salía de la cuidad.
Una gran cantidad de personas salían y entraban de la ciudad cargados con grandes paquetes, provisiones de comida y otros recursos.
Entonces empecé a observar a aquellas personas mientras ellas pasaban a mi lado.
Un hombre de avanzada edad llevaba consigo a su siniestra una animal de carga con las alforjas a cada costado de ella. El hombre a pesar de que se le veía que tenía en muy mal estado la pierna y que apenas podía caminar, iba con una sonrisa que inspiraba felicidad, y a la vez iba tarareando una canción que yo nunca había escuchado antes y que nunca había conseguido recordar, ya que solo escuchaba el ritmo de la música, pero no le prestaba atención a ella.
 Entre ellos también  había una mujer, que cargaba en su espalda con un gran saco de comida, y en las manos llevaba unos cubos que nunca alcance ver que llevaba dentro.
Al lado de la mujer, iba una niña pequeña, de no más de siete años.
La niña corría de un lado a otro, sin parar, se acercaba a una persona, y le hacía bromas o le sonreía con una bellísima sonrisa.
Cuando veía a la chica el sueño parecía hacerse eterno y deseaba que nunca se acabase, y querría quedarme allí para poder ver la alegría de la chica.
Pero, la vida de esas personas seguían, y yo, sin mi voluntad era arrastrado hacia la ciudad y a entrar en ella.
Justo cuando pase por al lado de la chica, ella vino hacia mí corriendo, pero al ver que venía corriendo no me dio tiempo a quitarme antes de que ella se chocase con migo y se hiciera daño, pero su cuerpo anti material atravesaba mi cuerpo anti material, a la vez que ella pasaba a través de mí, me contagiaba su alegría y su forma de ser y de ver la vida.
Esa era la parte del sueño, que más me gustaba, o por lo menos hasta ahora.
Mi cuerpo ahora se dirigía rumbo al pueblo, mientras llegaba a el miraba y veía como todo el mundo entraba y salía, y de repente mire hacia el frente cuando me encontré con un muro justo delante de mi cara, y con temor cerré mis brazos para proteger mi cabeza del posible golpe que iba  recibir, pero como ya paso con la niña, mi cuerpo inmaterial paso a través del muro.
Ahora,  después de haber atravesado el muro me encontraba en medio de la plaza mercante.
En ella una explosión de olores y diferentes fragancias llenaban mis pulmones y mi cerebro llegaba al punto que dejaba de reconocer fragancias, pero de todas las ellas, la que mas predominaba entre ellas era la de la salvia dininum, una planta escasa, pero que se contaban grandes maravillas de ellas, grandes capacidades que tenían sus hojas, que se usaban sobre todo para curar enfermedades infecciosas que a veces podían resultar ser mortales.
Todos parecían ser felices y los unos a los otros se sonreían entre sí, dándose las gracias por la compra o la venta de sus productor, todo parecía estar en orden allí, así que por ello, mi cuerpo siguió desplazándose fuera del pueblo, atravesando el pueblo al completo y llegando hasta un lugar que no se veía desde la entrada del pueblo. Allí estaba un modesto pero impresionante templum, lugar donde se guardaban los objetos sagrados y donde se daba culto a Dios.
Allí las personas se reunían y hablaban, de cómo les iba la vida, en el trabajo, con su pareja de todo.
Llegue a escuchar varias conversaciones que tenían allí entre ellos, y se veía que en aquellas personas se podía confiar.
Todo parecía estar bien en aquel pueblo, pero como yo ya conocía como seguía mi sueño, sabía que no sería así por mucho tiempo.
De repente el tiempo empezó a pasar rápido, como si yo estuviera metido dentro de una burbuja donde hacia que fuera el tiempo corriera a una velocidad abismal y mi cuerpo empezo a elevarse a una altura donde podía observar todo el pueblo.
En ese momento no sabía qué hacer, solo mirar como todo pasaba y como las personas iban de un lado a otro sin parar, hasta que todo se paro.
No sabía por qué se había por qué el tiempo se paró de repente y volvió todo a la normalidad, pero, lo que estaba por venir, no tenía pinta de ser nada bueno.
Mi burbuja, o en lo que estaba metido que me había subido tan alto, empezó a bajarme y a dejarme justo en la plaza del pueblo.
A partir de este momento recuerdo que ya si podía moverme y desplazarme a mi antojo, pero justo en ese momento no estaba pensado en eso.
Las personas que estaban allí corrían de manera loca de un lado a otro, gritando y chillando cosas en un idioma que no entendía, pero tampoco había que ser muy inteligente para saber que algo malo estaba pasando.
Empecé a pensar en las cosas que podían haber sucedido y cuál era el motivo de que aquellas personas corrían.
Miraba constantemente de izquierda a derecha intentando saber el por qué, pero seguía sin comprender nada.
Sin más dilación, comencé  a caminar hacia la derecha, dirigiéndome hacia un arco que se formaba entre una calle muy estrecha con dos casas o muy altas.
Una gran muchedumbre corría hacia mí, pero como yo ya sabia eso no me impidio seguir de frente sin recibir golpe alguno.
Continúe firme con mi paso, pero algo confuso y con miedo, supongo que era porque al atravesar a aquellas personas ellas me transmitían a mi sus sentimientos y emociones, pero creo que ya era consciente de ello, porque no me detuve en ningún momento.
Justo cuando llegue al arco, dejo de venir gente, y me temí lo peor, sabía que girando la calle a la izquierda estaría situado el temor del cual todos huían.
Me situé cerca de la pared para poder mirar solo con girar el cuello, aunque ahora que lo pienso es una tontería, ya que no podría sufrir daño alguno.
Justo cuando iba a alcanzar a ver, una espada me atravesó la cabeza, y sentí una gran punzada de dolor, pero tan rápido como la espada entro en mi cabeza, salió de ella, y el dolo se mitigo.
Ahora ya si sabia cual era el miedo de ellos.
Al ver a todo aquellos hombres corriendo detrás de esas gentes, para posiblemente matarlos, o hacerlos esclavos, como me habían hecho a mi poco tiempo atrás.
Observe detenidamente como iban vestidos aquellos hombres, con botas altas de cuero y reforzadas, unos pantalones normales, pero lo sorprendente estaba situado en un torso.
Llevaban una pequeña armadura que les cubría parte del pecho, hombros, y brazos, en el brazo derecho llevaban la espada y en el izquierdo, dependía de la persona, algunos llegaban otra espada o otros llevaban un pequeño escudo de madera.
El escudo de armas que llevaban grabado en la armadura del  pecho, no me era nada familiar, nunca la había visto antes, y tampoco sabía cuál era su significado.
El escudo tenía grabado una espada colocada de forma que la empuñadura apuntaba hacia abajo y el sable apuntando hacia arriba, rodeada con varias flores negras y el fondo de color blanco.
Estos hombres empezaron a correr, persiguiendo a los cuidados que huían con temor y miedo, menos uno de ellos que se separo del grupo, y se dirigió rumbo a una pequeña calle, aun más pequeña que la en que nos encontrábamos.
A paso lento, firme y seguro, entro en la primera puerta situada a la izquierda de la calle.
En ese momento nos sabia que hacer, así que me puse a seguir a aquel hombre dentro de esa casa. Según entraba en la calle el suelo, estropeado, te hacia mirar a él para no caer en el intento de caminar sobre el.
Entre en la casa pero el hombre ya no estaba allí, me quede observando la decoración de la casa, una decoración simple pero bonita, con varios muebles de madera situados tanto a izquierda como derecha, y en el centro una mesa cubierta con una manta para hacer frente al frio invernal.
Al lado de la mesa había situada una silla, una de estas sillas que cuando te sientas te puedes balancear con pequeños movimientos.
En las paredes había varios cuadros pintados con pintura mezclada con avena, según parecía por su relieve.
En una esquina había apoyado un pequeño espejo, por curiosidad me acerque a él, para ver si podía ver mi rostro plasmado en aquel espejo.
Me sorprendí grandemente al ver que en aquel espejo si me veía reflejado, pero no como yo me recordaba, pero si recordaba quien veía reflejado.
Era yo mismo, pero con unos diez años menos, debería tener unos ocho años.
Observe mis vestimentas que por el tacto que daban eran de lana y tenían un tono marrón y negro.
Me fije, pues, en mi pelo, hacía años que no me dejaba aquel tipo de peinado, un peinado que en mi pueblo lo llamaban cazón… no por nada, sino porque parecía que te habían puesto una cacerola en la cabeza y te lo habían recortado con tal forma.
Sorprendido por verme de tal forma en el espejo, decidí observar que más había en aquella sala. En uno de los muebles había una pequeña muñeca de trapo, con ojos de botones y boca de hilo.
Conocía muy bien este tipo de muñecas, yo solía hacerlas para las hijas que tenían mis vecinos, y se las solía regalar al cumplir primaveras.
Fui a acercarme a la muñeca, para cogerla, pero al oír un ruido procedente de la parte de arriba, deje de prestar atención a la muñeca y busque las escaleras para dirigirme rumbo a la planta superior.
Las escaleras estaban situadas detrás de aquel pequeño salón, unas escaleras que parecían poder subirse sin ningún problema y se veía como seguían su rumbo y se terminaban al girar a la de derecha de ellas.
Empecé a subir poco a poco, intentando no traspasar las escaleras, por que no podría subir.
Justo cuando estaba por la mitad de la escalera, el hombre apareció por la esquina donde torcía la escalera, y bajo a toda prisa para dirigirse rumbo otra vez a la calle.
Intente apartarme cuanto antes, pero no me dio tiempo, ya que justo cuando gire mi cuerpo sentí como el hombre me atravesaba y pasaba enfrente de mis ojos.
Como ya me había pasado en otras ocasiones, sentí como un temor, pero no un temor por su parte, un temor por parte mía. Los sentimientos que sentí por parte del hombre fueron,… la verdad no sé como describirlos, se podrían llamar, crueldad, anti-humano, sin sentimientos…
El temor que yo sentía era tan profundo que en cuando pude corrí rumbo arriba, subí las escaleras lo más rápido que pude, y gire a la puerta de la izquierda, porque era la que tenía más cerca en ese momento, pero al ver lo que había dentro, supe que me había equivocado de habitación, allí arriba tendría que haber algo más que me hubiera podido haber producido tal sentimiento.
Con temor salí de la habitación y me dirigí a la que estaba situada a la derecha, la puerta está un poco cerrada, la abrí poco a poco, y allí encontré el temor al que yo temía.
Allí yaciente en el suelo se encontraba el cuerpo de una mujer mayor, de unos cuarenta y tantos años, muerta.
Había sangre por todo el suelo, y se veía claramente como la mujer tenía una herida que le atravesaba el cuello, y luego seguía a través de este.
La cabeza de la mujer colgaba de su cuerpo, la sangre le caía tanto por la boca y por los oídos.
De pronto escuche un ruido detrás de mí.
En la otra habitación donde había estado antes, se estaba abriendo la puerta de un armario de madera.
La puerta se habría poco a poco, y de vez en cuando se cerrada. Me acerque para comprobar que era aquel extraño suceso. Al acercarme más vi a una niña agarrada a una muñeca de trapo un poco más pequeña que ella. La pequeña no tendría más de siete años.
Estaba llorando con los ojos cerrados, y agarrando fuertemente a su muñeca.
Realmente sentía mucha lástima por aquella niña, suponía que ya había visto a la mujer de la otra habitación, que debería ser su madre.
Sin pensármelo dos veces, atravesé la madera del mueble, para poder abrazar a la pequeña niña, no sabía por qué lo hacía pero suponía que quizás ella se pudiera sentir mejor.
Apoye mis brazos en sus hombros y la rodee con ellos.
Sentí como a la misma vez que ella sentía miedo, ese miedo desaparecía de ella y se transformaba en tranquilidad y serenidad.
Al notar que ella se encontraba mejor decidí soltarla, pero a la misma vez que la soltaba me fije en sus ojos y como sus ojos se fijaban en los míos, suponía que no me miraba a mí, si no al vacio, pero según me movía hacia atrás sus ojos seguían a los míos. No pude evitar fijarme en el precioso color marrón que tenían sus ojos, ni como en ellos se habían tornado los sentimiento de miedo a tranquilidad, aunque también se veía un poco de gratitud en ellos.
Justo cuando termine de apárteme, me quede mirándole los ojos, por un momento, el sueño se hizo eterno, realmente no sabia si me miraba o no, pero lo que si sabia es que ella sabia que yo estaba alli. >>

Todo terminaba ahí, no sabía que podría significar todo aquello, o quizás simplemente fuera un producto de la casualidad o de las pruebas de dolor que había sufrido hasta ese momento.
Pero por ahora, debería despertar a Eresh, ya era la hora de irse de allí, y que el tiempo decida.


------------------------------------------------------------------------------------------------------


PD:si hay alguna palabra rara, avisadme 
Corregi la gran mayoria de los errores si ven otro avisenme gracias!