jueves, 1 de septiembre de 2011

Capitulo nueve - ¿que me ha pasado?


Eresh seguía dormido junto a su placida e incómoda cama, realmente tenía unas ganas enormes de despertarlo, porque en ocasiones anteriores era el que me solía despertar, y no de una manera muy serena.
Pero antes de que pudiera hacer nada, el solo abrió los ojos y empezó a incorporarse poco a poco, haciendo gestos de dolor tocándose al mismo tiempo la zona baja de la espalda.
 -¿Cómo te encuentras Eresh? – pregunte haciendo referencia a su dolor lumbar.
Siguió incorporándose, a la vez que respondía a mi pregunta.
 -Dormir aquí no ayuda mucho que digamos, pero bueno, si todo sale bien, hoy será la última noche que durmamos aquí.
Eresh retiro la manta y termino de incorporarse.
 -Salga bien, o salga mal – Continúe diciendo – Creo que hoy será nuestra última noche en esta habitación.
No solíamos hablar de este tema, pero aun menos delante de las chicas, aun así él y yo sabíamos de sobra que si nos salía mal, posiblemente, nos matarían, o en el mejor caso, vendidos como esclavos.
Pero no era momento de pensar en lo negativo, teníamos un gran día por delante, y muchas cosas en las que pensar.
Cogimos todas nuestras cosas, metimos en los sacos todo lo que pensábamos que nos seria de utilidad una vez fuera de allí, no queríamos tener una mala experiencia una vez fuéramos libres.
Tanto pensar en libertad, me empezaron a recorrer dudas por mi cuerpo, que haríamos, a donde iríamos, donde estábamos,…
Pero como ya os dije, no era hora de pensar en eso, así que despejando mi mente de esos pensamientos, me levante de la cama, recogí mi saco, y salimos por la puerta.
Primero salió Eresh, luego yo, al salir eche una mirada atrás, aunque no había muy buenos ratos en mis recuerdos de ese lugar, los pocos que había eran de los mejores.
No sabía por qué ahora me estaba recorriendo por el cuerpo una extraña sensación de cómo si fuera a echar todo esto de menos, porque la verdad, no seria así.
 -Rothen, lento rezagado  - Susurro Eresh – Si quieres quedarte, quédate, pero yo tengo prisa.
Hice una mueca de sonrisa y dejando a atrás la habitación, seguí a Eresh rumbo al cuarto de baño de las niñas.
Esta vez no íbamos a entrar allí para lavarnos, si no porque allí era donde habíamos quedado con Lavfy y con Irayde para irnos todos juntos al patio, donde nos recogerían para irnos a las minas.
Llegamos a la entrada del baño, donde como siempre nos pasaba, teníamos que ir entrando esquivando todo tipo de “cosas” que habían en el suelo.
 -Llegáis un poco tarde – comento Lavfy – pero bueno démonos prisa, no tenemos tiempo que perder.
Salimos por la escalera que estaba en frente del cuarto de baño, bajamos todos los escalones en silencio, y en silencio, llegamos hasta patio, donde efectivamente, ya nos estaban esperando para irnos.
Los cuatro íbamos con la cabeza agachada intentando pasar desapercibidos lo máximo posible.
El guarda que dirigía el carro, nos amarro las manos y los pies con cadenas, y nos montamos en el carro.
El hombre subió al carro he hizo un gesto para los animales echaran a andar.
Salimos del recinto, y a partir de ese momento, todo iba a comenzar.
Para comenzar, la primera tarea correspondía a Irayde, nos conto que de pequeña, su padre era herrero, le enseño como se podían abrir los candados o como doblar los grietes de las cadenas con un simple palo de madera.
Todos nos quedamos mirando como Irayde sacaba de su bolsa un trozo de alambre pequeño y delgado, y como empezó a doblarlo y a meterlo poco a poco por la ranura del candado.
La verdad, y nunca se lo dije, pero no me fiaba mucho de que eso pudiera salir bien, pero en el mismo instante que pensé que no podría salir bien, el alambre se rompió, y obviamente, no salió.
Los tres pusimos caras de horror, menos Irayde, que haciéndonos un gesto para que mantuviéramos el silencio saco poco a poco otra varilla de metal que tenía en la bolsa, esta era un poco más gruesa que la anterior.
Continuo con su ejercicio para poder abrir el candado, y después de varios giros, vueltas, y meter y sacar el palito, consiguió abrir el candado.
Ahora una vez que ella consiguió abrir el suyo, nos conto que los demás eran más fáciles de abrir porque ya sabía como hacerlo.
En poco más de media hora consiguió abrir todos los candados de las manos y otra media hora en abrir todos los candados de los pies.
Teníamos que continuar con el plan, tal y como estaba previsto.
Ahora era la parte más crucial, teníamos que clavarle al guarda una piedra que nosotros mismo habíamos afilado, pero tenía que ser un golpe mortal.
Pero no iba a ser tan fácil, el guarda llevaba una especie de capa que le cubría la zona de la nuca, que era donde pensábamos darle el golpe.
Antes habíamos pensado hacerlo en la cabeza, ya que sabíamos que estaría desprotegida, pero por mi experiencia en la matanza de animales, sabia de sobra que para dar un golpe que fuera mortal en varios minutos, tendríamos que dárselo, o en el cuello, o en la nuca, buscando la columna vertebral.
Saque de la mochila un trozo de tela que había cortado, para usarlo como apoyo para hacer más fuerza al clavar la piedra, colocando la parte afilada por fuera de la tela, y a la vez enrollando la tela en mi mano, por si no salía bien, que la piedra no se escapara o saliera disparada a algún sitio.
Todos me miraban, esperando a que hiciera mi parte del plan, pero por desgracia ni siquiera yo estaba totalmente seguro de que iba salir bien. La verdad es que de todos era el que más negatividad pero insistencia ponía en el plan.
Hice un gesto a Irayde para que justo en el momento en que que yo fuera a clavarle la piedra, ella le apartara la capa de la zona de la nuca.
Me arme de valor y valentía y moví el brazo donde tenía colocada la piedra (el derecho) hacia atrás, esquivando a Eresh que estaba sentado a mi lado, y con todas las fuerzas que pude usar en ese momento, desplace el brazo a la mayor velocidad que pude, y por mi fortuna, acertando justo al lado derecho de la nuca del guarda.
El hombre empezó a retorcerse de dolor, mientas yo aguantaba la piedra en el cuello, y Eresh me ayudaba a intentar meter la piedra mas y mas.
Con Eresh encima mía intentando retener al guarda lo máximo del tiempo posible, hasta que este perdiera sus fuerzas, vi como el guarda movía brutamente el brazo derecho hacia atrás con todas sus fuerzas intentando alcanzarnos a alguno de nosotros, por desgracia acabo alcanzo a Irayde.
El brazo del guarda fue a parar a la cara, y con la misma fuerza fue despedida hacia atrás cayendo fuera del carruaje.
Lavfy salto del carruaje para atender a Irayde.
Eresh se quedo mirando como al caer Lavfy empezó a dar vueltas en el suelo a causa de que la carreta ahora iba a mayor velocidad que antes.
Mientas tanto nosotros dos captábamos como poco a poco el guarda perdía sus fuerzas, por lo que Eresh le soltó un instante para mirar atrás y observar a Irayde y Lavfy, pero parecer ser que al guarda aún le quedaban fuerzas pues saco una daga de su bota y fue a impactar en mi costado, por suerte el impacto no fue profundo, más bien era superficial, por lo que de un grito llame a Eresh para que siguiera ayudándome.
Con la daga colgando en mis ropas, lo saque, y decidí clavársela al guarda cerca de la zona de los riñones, por suerte hacerte, pues el guarda, con un grito de dolor, cayó al suelo, y la carreta se detuvo.
Me abalance sobre el guarda para poder arrebatarle la daga para poder usarla posiblemente en otra ocasión.
Mirando atrás vi como Eresh ya se había ido en busca de Irayde y de Lavfy para saber cómo estarían. Recogí todas nuestras cosas que estaban en la carreta, mas algunas cuantas del guarda y fui a reunirme con ellos.
 - parece que no soy tan estúpido como pensábamos – fue lo primero que se me ocurrió en ese momento.
 - No te creas Rothen, - dijo Lavfy mientas sostenía junto a Eresh a Irayde - ¿Qué te ha pasado en el costado?
 - Parece que el guarda aun tenias fuerzas – señalando a Irayde, continúe diciendo – pero parece que tú has acabo como yo ¿no?, todo cubierto de sangre.
 - No tiene nada roto,  - dijo Eresh justo cuando terminamos de juntarnos todos – todo está en su sitio.
 - Si, eso parece, es mas la cantidad de sangre que la caída en tal – Dijo Irayde con la voz un poco rara, seria por el golpe que se había llevado en la boca.
Repartí el equipo entre todos, a cada uno su mochila, mas algunas cosas que me había quedado yo del guarda.
 - Sera mejor que busquemos el rio, y nos dirijamos a su nacimiento – comento Eresh – así encontraremos las montañas, será mejor que las crucemos cuanto antes, tardaran como mucho medio día en darse cuenta de todo lo que ha pasado.
Sin más dilación, nos dirigimos al norte, en busca del rio, no solo por las montañas, porque las montañas las podíamos ver desde donde estábamos, sino que teníamos que recoger agua, y posiblemente buscar comida cerca de él.
Empezamos a caminar, mientras, por dentro, todos teníamos la misma sensación de alegría y de nerviosismo, porque no sabíamos que nos esperaba ahora.
Esta era la peor parte del plan, no sabía que haríamos, posiblemente iríamos a algún pueblo, o algo, a vivir una vida relaja y tranquila.
Pero por ahora teníamos que centrarnos en lo que estaba pasando en ese instante, debíamos encontrar el rio lo más rápido posible. El tiempo fue pasando rápidamente, y sin darnos apenas cuenta, habían pasado varias horas desde que dejamos atrás el carreta.
Por suerte, el sonido del ruido nos fue acercando poco a poco a él, pero a la misma vez que íbamos avanzando veíamos como una tormenta se acercaba cada vez más a nosotros, así que aumentamos el ritmo de nuestro caminar.
Poco a poco sentía como mas el agudo dolor en el costado, provocado por la daga del guarda, intentaba pensar lo menos posible en el, pero entre en el cansancio y los nervios, no paraba de tocarme en el costado, que aun seguía sangrando.
No quería ver la herida hasta que llegásemos al rio, por no preocupar  a mis amigos, pero sabía que la herida era más profunda de lo que yo me había imaginado en un principio.
Empezamos a meternos entre unos árboles, donde unos pasos más, ya alcanzábamos a ver el rio.
Ahora sí, habíamos escapado definitivamente de aquel campo de esclavos.
Ya casi había anochecido, habíamos estado unas siete horas caminando en busca del rio, y estábamos todos cansado.
Irayde fue la primera en dejar sus cosas junto a un árbol y fue a lavarse la cara y tomar un poco de agua. Todos hicimos lo mismo que ella, dejamos nuestras cosas junto a un árbol y fuimos a tomar un poco de agua, y a lavarnos.
Era cierto, que hacía bastante tiempo que no veíamos agua tan limpia y tan clara, aunque era casi de noche, podías notar y apreciar que esa agua, no era como el agua de los baños.
Me eche un poco de agua en las manos para seguidamente echármela en la cara, subí un poco mi camiseta y empecé a echar agua sobre la herida.
El dolor ya no era tanto como al principio y al parecer dejo de sangrar. Empecé a verter el agua y poco a poco fue desapareciendo la sangre seca que quedaba a los bordes de la herida.
Con la misma camisa empecé a frotar para haber si podía limpiarla mejor, y que no se infectara, pero por desgracia volví a abrir la herida. Volvió a empezar a sangrar, y poco a poco fui mareándome.
Eresh se me quedo mirando la herida, con una cara bastante extraña.
 - eso tiene peor pinta de lo que parecía Rothen – dijo mientas detenía su mirada en la herida - tienes que vendártelo y echarle agua, y descansar un poco.
 - Si, tienes razón será mejor que me eche un poco.
Me levante y me dirigía al árbol donde había dejado las cosas, pero por el camino, sentía como poco a poco perdía fuerzas, no era algo normal, era como si mi vitalidad descendiera rápidamente, hasta que acabe desmallado en el suelo escuchando por detrás a Eresh diciendo mi nombre.