martes, 10 de abril de 2012

Capitulo Diez - Las Montañas


Empecé a despertar poco a poco, oía voces de fondo, voces de eco, pero no tenia aun las fuerzas necesarias como para incorporarme, o simplemente abrir los parpados. En ese instante no sería capaz de deciros en el lugar que me hallaba exactamente, pero por el suelo rocoso, la poca luz que podía pasar a través de mis ojos cerrados y la brisa inexistente en el aire, podría deciros que estaba dentro de una cueva, posiblemente cerca de las montañas.
Las voces que oía de fondo eran difícil de entender, aunque realmente no estaba muy atento a que decían, ya tenía demasiado dolor tanto en el cuerpo como en la cabeza como para saber que decían.
Intente dejar mi mente y mi cuerpo en un estado de relajación, para poder de alguna forma reincorporarme y ver el lugar donde me hallaba.
Mientras intentaba incorporarme, vi, con gran dificultad, que era cierto donde yo suponía que estaba, en una cueva, y a la entrada, por donde varios rayos de luz entraban y me hacían daño en los ojos, vi como estaban sentados Eresh,  Irayde y Lavfy.
Obviamente estaba intrigado por saber cómo había llegado hasta allí, y que había pasado con mi herida, que un sentía dolor en ella, aunque no sangraba. Levante ligeramente mi camiseta para poder ver como estaba, pero no me relajo mucho, porque no pude ver nada entre tanta sangre seca y en mal estado. Debía de lavarla rápidamente.
No había mejor forma de saber cómo había llegado hasta allí, asi que la mejor forma era que ellos me contaran que hacías allí.
 -Rothen, ¿Te encuentras mejor? – Dijo Eresh, levantado un poco la cabeza, era el único que estaba en posición de verme sin tener que moverse.
 -¿Cómo crees que va a estar bien? – Irayde tenía razón, no estaba bien, sobre todo después de una caída como la que había tenido, en un principio todos pensaron que la caída fue provocada por el dolor, o deshidratación, pero más adelante descubrimos la realidad de esa caída, pero ahora no es el momento de hablar de ello.
 -¿Como esta tu herida? Lavfy te curo, - Comento Eresh
 -Bueno, creo que esta mejor, - comencé a contarles mientras caminaba hacia el lado de Eresh-
Pero creo que debería ir a limpiarla, por si acaso.
 - Como quieras, el rio esta aquí al lado, vamos. – Dijo eres mientras se levantaba.
Todos se levantaron y fuimos dirección al rio, vi como Lavfy sacaba de su saco un trozo de tela y jabón, que me dio poco después para poder limpiar mi herida. Mientras nos dirigíais al rio, que no estaba muy lejos de la cueva, me di cuenta que tanto Lavfy, como Eresh habían lavado sus ropas, Irayde, en cambio no, aun no tenía sangre que le cubría gran parte de la camiseta, cuando fui a  preguntar cómo estaba justo llegamos al rio.
Me agache junto a la orilla y frote el jabón con el trozo de tela, y levantando mí camiseta frote con demasiada fuerza mi herida, que volvió a sangrar, pero no de manera tan exagerada como la última vez.
El escozor y el dolor no eran tantos como la alegría que me entro al ver que la herida sanaba rápidamente, ya no era tan contundente como cuando la vi por última vez.
Después limpie el jabón, y la tela, le di el jabón a Lavfy y me guarde la tela para mi, poniéndola contra la herida para que dejara de sangrar.
Nos sentamos todos, junto a aquel rio, contemplando como el curso del rio avanzaba. Hasta ahora, no me había dando cuenta de aquel raro silencio, y vi como Irayde lo contemplaba, como veía el silencio de la naturaleza. Le follaje de las hojas rozas unas con otras, el cantar de varios pájaros y la tranquilidad del agua del rio correr empujado con una fuerza invisible.
Allí sentados,  empezamos a relajarnos y nos tumbamos a descansar.
Le pregunte a Irayde como habíamos llegado hasta allí, y me conto de forma resumida y corta como me habían llevado y como habían encontrado la cueva, pero años después de eso, Irayde me conto más detalladamente como ocurrió.

“Por fin – Pensó Irayde – Por fin vuelvo a ser libre, pero – Tocándose el costado, donde anteriormente durante su caída del carro, y con des fortuna cayó sobre una roca un poco puntiaguda, clavándosela en la zona del costado – Sera mejor que no diga nada, ya dejo de sangrar hace tiempo, no quiero preocuparles, es cosa mía”
 - Lavfy, Irayde, deberíamos irnos, subamos un poco más arriba, tengo entendido que allí arriba está repleto de cuevas.
 - Bueno,…- dijo Irayde levantándose poco a poco con cuidado – pero tienes que llevar a Rothen, ¿podrás?
 - Si, mayores tonterías hemos hecho los dos antes.
Ahora, me arrepiento, no sabéis como, de haberme desmayado, pues, como me conto Eresh, después de haber hecho el comentario, Irayde puso tal cara de repugnancia y de mal pensada, que Eresh aun sigue contándome lo mucho que se rio en aquel día.
 “Irayde es una mal pensada” Solíamos decir Eresh y yo.
Eres se levanto, y pidió a ayuda a Lavfy y a Irayde para poder subir mi cuerpo a su espalda. Tras varios intentos desafortunados, lo consiguieron, y los tres caminaron juntos rio arriba (con la orilla a la izquierda.)
Junto a la orilla del rio había un sendero antiguamente usado para el transporte de mercancías a través de las montañas.
Eso a un lado del rio, al otro lado una inmensa masa de bosque en el que no se podía ver nada en absoluto.
Durante gran parte del camino, Eresh estuvo hablando intensamente con Lavfy. Según me conto Irayde ella iba detrás, viendo como discutían, pero no se oía muy bien cuál era el tema de la discusión. Tiempo después pregunte varias veces a Eresh sobre el tema del cual estaban discutiendo, para así, poder explicaros de que hablaban, pero él nunca me conto nada, siempre que sacaba el tema, el rehuía para no hablar sobre ello.
Hasta que al final llegaron a una pequeña cascada, la cual era imposible de superar o escalarla, así que tuvieron que dar varios rodeos para poder llegar arriba y seguir el camino.
Bajaron unos treinta pasos por el camino que habían seguido, para poder cruzar el rio por una zona que parecía menos profunda.
Una vez que habían cruzado el rio, se dieron cuenta que ya había anochecido y que no se habían dado cuenta que la noche se les había caído encima. Por culpa de la maleza del bosque, que no dejaba entrar demasiada luz.
El día había sido muy largo, quizás demasiado largo, era hora de descansar.
Vieron una pequeña cueva bastante bien escondida como para poder pasar allí la noche y poder descansar y dormir, por fin, en libertad.
En seguida, tanto Lavfy como Irayde se quedaron dormidas, Eresh, en cambio se quedo vigilando gran parte de la noche.
El me cuenta que esa noche yo me desperté varias veces, que incluso mantuve una conversación con él, pero sinceramente, no me acuerdo.
Esto fue todo lo que Irayde me quiso contar, nada más, aunque sabía que algo mas tendría que haber.”

Poco después de haber bajado al rio, y volver a la cueva, estábamos preparados para salir otra vez de viaje, la verdad es que no sabíamos a donde podríamos ir, aunque en ese momento nuestro objetivo era cruzar las montañas y llegar a los reinos del este, donde posiblemente encontraríamos refugio en algún pueblo humilde, si es que aun quedaba alguno.
Atravesar las montañas no era tarea fácil, sobre todo, si queríamos hacerlo rápidamente y intentando correr el menor riesgo posible.
El camino que habíamos decidido coger días atrás era el que los mercaderes usaban siglos atrás, obviamente desde que vieron que era más rápido y más económico realizar el transporte vía marítima, dejaron de usar esa ruta.
Pero aun así se seguía usando, varios viajeros de clases más bajas que no podían costarse el viaje en barco o que simplemente no les gustaba viajar en barco.
Otro de nuestro objetivos una vez cruzadas las montañas era buscar ropas, e intentar no parecer que éramos de los reinos de oeste, el conflicto que siempre hubo entre los dos reinos, y el odio que se tenían el uno al otro, siglos atrás, podía causarnos problemas.
Pero no era el momento de pensar en el mañana, si no seguir con vida hoy.
Recogimos todos nuestros objetos, que no era muchos, varias mantas, sacos, y varias ropas.
Salimos a la luz del alba, intentaríamos llegar en cuatro días como mucho. Sabíamos que una vez adentrados en la montaña, el agua y la comida seria escasa, así que intentaríamos cruzar a la mayor prisa las montañas.
El día amaneció con lluvia, una lluvia muy intensa típica de la zona. Pero no podíamos seguir allí más tiempo, así que salimos. Buscamos varias horas en la ruta de los mercaderes, pero la encontramos fácilmente a pesar del tiempo que paso.
Una vez en la ruta toda fue caminar, caminar y no parar. Solo parábamos cada seis o siete horas para descansar otra hora y continuábamos.
Caminamos así durante casi dos días, hasta que llegar el tercero decidimos descansar en una cueva que encontramos por el camino.
A pesar de la lluvia, el hambre y el cansancio, no habíamos decaído del todo, aun había algo dentro de nosotros que nos impulsaba a seguir.
Aquella noche, bajo la intensa lluvia que no ceso durante los tres días, Eresh monto la primera guardia, y yo la segunda. La verdad que no habría hecho falta hacer guardia, pero por seguridad decidimos hacerla.
El siguiente día amaneció hermoso, la luz del sol golpeaba contra la montaña, traspasando las nubes que se ponían a su paso, dejando un todo de luz anaranjado, y un calor que poco a poco nos fue secando nuestras ropas.
Una vez todos despiertos seguimos con el viaje, ya si a la luz del sol del medio día.
El camino era casi todo bajada, aunque aun veíamos delante de nosotros otra montaña, y nuestra pregunta era, que una vez atravesada esa montaña que veríamos, ¿otra montaña?
Terminamos de bajar la montaña, cuando empezamos a subir la siguiente, cuando anocheció, y una niebla intensa se adentro esa noche como si nos abrazara.
El camino no tenia perdida, puesto que ya estaba bien preparado para que en casi de niebla pudiéramos seguirlo, sin ningún problema.
Antiguamente colocaban a cada lado del camino, pequeños grupos de piedras, cada ciertos metros, para que pudieran así seguir el camino.
Tuvimos que bajar la intensidad a la hora de caminar, pero no nos perdimos.
Ya una vez, llegado arriba de la montaña, el paisaje era impresionante, el sol ya salía y empujaba a la noche para que se fuera, y un manto de nubes cubría todo como si las montañas aun seguirán durmiendo. No pudimos no pararnos a ver aquello, era increíble.
Comenzamos a bajar, cuando por fin vimos una salida a aquellas montañas, el paisaje solo era una llanura, pero que significaba que ya habíamos llegado. Ya nos quedaba menos para poder salir de allí. Desde allí arriba pudimos ver un pequeño pueblo, pero lo suficientemente grande como para poder encontrar algo de comida y agua.
Situamos a aquel pueblo como nuestro próximo objetivo.
Y sin más pensarlo, bajamos, lo más rápido que nuestras fuerzas nos dejaban ir, y dirigirnos a aquel pueblo en busca de algo, algo que no  sabíamos que era, aun.

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